La figura del Hombre del Saco es una de las leyendas más aterradoras del folclore español. Se cuenta en susurros a los niños para advertirles sobre los peligros de la desobediencia, pero en Huelva, esta historia no es solo un cuento para asustar a los más pequeños. Aquí, la leyenda toma forma en un episodio real y macabro que dejó una huella imborrable en la memoria colectiva.
El Secuestro en Gador
Aunque los ecos de esta historia resuenan en varias regiones, la versión más escalofriante tuvo lugar en Gádor, Almería, en 1910, cuando un hombre llamado Francisco Ortega, desesperado por una enfermedad que lo consumía, recurrió a un curandero para encontrar una solución. La respuesta fue aterradora: la única cura para su mal era beber la sangre caliente de un niño y untar su cuerpo con su grasa.
Para cumplir con este siniestro ritual, Ortega y sus cómplices secuestraron a un niño de siete años, lo encerraron en un saco y lo llevaron a una casa apartada donde cometieron el crimen. Este acto atroz conmocionó a toda España y reforzó la figura del "Hombre del Saco" como una amenaza real.
El Eco en Huelva
A raíz de este suceso, en Huelva comenzaron a circular relatos sobre un hombre misterioso que deambulaba por los pueblos y ciudades al anochecer, cargando un saco al hombro. Se decía que buscaba niños que vagaban solos para llevarlos lejos y nunca devolverlos.
Los testimonios de desapariciones infantiles en la provincia comenzaron a multiplicarse a principios del siglo XX. En localidades como Moguer, Palos de la Frontera y la propia capital, se decía que había hombres solitarios que parecían cumplir con la inquietante descripción: harapientos, de mirada furtiva y con un saco siempre en la espalda.
Madres y abuelas advertían a sus hijos:
— No salgas solo por la noche, o el Hombre del Saco vendrá por ti.
Apariciones en la Oscuridad
Con el paso de los años, la historia tomó un matiz más sobrenatural. En algunos pueblos onubenses, aún se cuenta que, al caer la noche, si un niño desobedece a sus padres y se aventura demasiado lejos de casa, puede escuchar pasos sigilosos tras de él. Al girarse, verá la silueta de un hombre encorvado, con un saco de tela raída que parece moverse como si algo dentro intentara escapar.
Algunos ancianos aseguran que este espectro sigue vagando por los caminos rurales y las calles solitarias, como una sombra de la culpa y el horror de aquel crimen de hace más de un siglo. Y hay quienes creen que, si escuchas un susurro diciendo tu nombre y sientes un escalofrío recorriendo tu espalda, es mejor que corras sin mirar atrás… porque podrías ser el siguiente en su saco.
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