Sevilla, con sus tradiciones arraigadas y su fervor religioso, es una ciudad donde la espiritualidad y el misterio coexisten de manera única. Entre sus muchas leyendas destaca la oscura historia que rodea al Cristo de la Expiración, conocido también como el Cristo del Cachorro. Este impresionante crucificado, símbolo del barrio de Triana, no solo es admirado por su belleza y detalle, sino también temido por la supuesta maldición que lo acompaña.
El origen de la leyenda
La talla del Cristo de la Expiración fue creada en 1682 por el escultor Francisco Antonio Gijón. La leyenda cuenta que el artista se inspiró en el rostro de un hombre moribundo para esculpir la expresión agónica de la imagen. Según el relato, este hombre, apodado "El Cachorro", era un gitano del barrio de Triana conocido por su bondad y por haber salvado a varias personas de morir ahogadas en el Guadalquivir.
Sin embargo, su vida terminó de forma trágica. Se dice que un rival despechado, motivado por celos y envidia, lo apuñaló en plena calle. En sus últimos momentos, "El Cachorro" exhaló un suspiro que dejó una profunda impresión en quienes lo rodeaban. Gijón, presente en el lugar, quedó tan marcado por la escena que decidió inmortalizarla en su obra.
La maldición
La leyenda cuenta que, tras finalizar la talla, un extraño visitante se presentó en el taller de Gijón. Era un anciano con apariencia desaliñada, quien advirtió al escultor que la imagen estaba impregnada de un sufrimiento tan real que traería desgracia a quienes osaran faltarle al respeto. "Esta obra no pertenece solo al mundo terrenal; tiene un peso que pocos podrán cargar sin consecuencias", habría dicho antes de desaparecer misteriosamente.
Desde entonces, el Cristo de la Expiración ha sido objeto de relatos inquietantes. Se dice que quienes se han burlado de la imagen o han intentado dañarla han sufrido accidentes o desgracias. Un caso famoso es el de un hombre que, en un arrebato de ebriedad, trató de golpear la cruz durante una procesión. Pocos días después, sufrió una caída fatal desde un puente.
Los hechos inexplicables
La maldición del Cristo del Cachorro también se asocia con los sucesos ocurridos en la iglesia que alberga la imagen. Durante el incendio de 1973 en la basílica del Cristo de la Expiración, gran parte del templo quedó reducido a cenizas. Sin embargo, la imagen del Cristo permaneció intacta, algo que muchos consideraron un milagro.
Otros relatos hablan de fenómenos extraños en torno a la imagen. Varios devotos han afirmado que, al contemplar el rostro del Cristo, han sentido una presencia inexplicable o han escuchado susurros, como si la talla cobrara vida por un breve instante.
La procesión y el respeto
A pesar de las supersticiones, el Cristo de la Expiración es uno de los iconos más venerados de Sevilla. Cada año, durante la Semana Santa, la imagen recorre las calles de la ciudad en una procesión cargada de solemnidad y devoción. Se dice que el aire se vuelve más denso y el silencio más profundo cuando el Cachorro pasa, como si incluso los incrédulos reconocieran el poder espiritual que emana de la talla.
Los cofrades de la Hermandad del Cachorro, que cuidan celosamente la imagen, han adoptado una actitud de respeto absoluto hacia ella. Saben que cualquier descuido o falta de consideración puede ser interpretado como un agravio que atraiga la maldición.
¿Maldición o fe?
La leyenda del Cristo de la Expiración es una muestra del profundo vínculo entre la religiosidad y el misterio en Sevilla. Algunos ven en estos relatos una advertencia para tratar con reverencia las imágenes sagradas, mientras que otros lo consideran un recordatorio del poder de la fe.
Sea como sea, el Cristo del Cachorro sigue siendo un símbolo de Triana, una obra maestra del arte sevillano y un enigma que, siglos después, continúa fascinando y atemorizando a quienes se acercan a él.
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