Marcos despertó en medio de la noche, sudor frío recorriéndole la espalda. Desde hace días, sentía que alguien lo observaba, aunque vivía solo. Las luces parpadeaban, los objetos aparecían en lugares distintos. Todo podía explicarse... hasta esa noche.
—Despierta —susurró una voz idéntica a la suya desde la oscuridad.
El eco de sus propios pensamientos lo perseguía. Al mirar en el espejo, notó algo extraño: su reflejo no lo imitaba. Le sonreía.
—¿Quién eres? —balbuceó.
—Soy lo que escondes —respondió su reflejo—. Y ya no cabemos los dos.
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