En el corazón de Huelva, se alza un majestuoso edificio que ha sido testigo de los momentos más importantes de la ciudad: la Casa Colón. Este imponente complejo, construido a finales del siglo XIX como hotel de lujo para alojar a los empresarios ingleses de la Riotinto Company, es hoy un símbolo del esplendor y la historia onubense. Pero tras su elegante fachada y sus salones de inspiración victoriana, se esconde una historia oscura, una presencia que ha desconcertado a trabajadores, visitantes y guardias nocturnos durante décadas.
Se dice que, al caer la noche, entre los largos pasillos y las habitaciones vacías, un espíritu recorre el edificio. Un fantasma que parece atrapado entre las paredes de la Casa Colón, buscando algo… o a alguien.
Un Hotel de Lujo y un Misterioso Huésped
A finales del siglo XIX, la Casa Colón fue inaugurada con gran esplendor. El hotel, dividido en cuatro pabellones, contaba con todas las comodidades de la época, desde elegantes comedores hasta jardines diseñados al estilo inglés. Era el refugio de aristócratas, empresarios y viajeros ilustres.
Entre los huéspedes habituales, destacaba un enigmático hombre de negocios británico, de nombre Edgar Whitman. Whitman había llegado a Huelva para supervisar asuntos relacionados con las minas de Riotinto, pero, según los rumores, su estancia tenía otro propósito más oscuro. Algunos decían que había huido de su país tras un escándalo financiero, otros afirmaban que era un espía que recopilaba información sobre los intereses británicos en la zona.
Lo que nadie sabía con certeza era qué sucedió exactamente la noche de su muerte.
La Noche del Misterio
Corría el año 1895 cuando Edgar Whitman fue visto por última vez en el salón principal del hotel. Esa noche, parecía inquieto, como si temiera algo. Se dice que bebió más de la cuenta y que, antes de retirarse a su habitación, susurró a uno de los camareros:
—Hay sombras en los pasillos… y me están observando.
Horas después, un grito desgarrador despertó a los huéspedes del hotel. Cuando los empleados llegaron a la habitación de Whitman, la encontraron cerrada por dentro. Tardaron minutos en forzar la puerta, y cuando finalmente lograron entrar, el espectáculo que encontraron los dejó helados.
Edgar Whitman yacía en el suelo, con los ojos abiertos de par en par y una expresión de terror absoluto congelada en su rostro. No había señales de lucha, ni marcas visibles en su cuerpo. Parecía haber muerto de miedo.
Las investigaciones no lograron determinar la causa exacta del fallecimiento. Se habló de un ataque al corazón, pero el médico que examinó el cadáver comentó en voz baja que jamás había visto a alguien morir con un rostro tan horrorizado.
Manifestaciones del Más Allá
Desde aquella noche, la Casa Colón nunca volvió a ser la misma. Los empleados comenzaron a reportar sucesos extraños: puertas que se abrían y cerraban solas, murmullos en habitaciones vacías y una sensación de ser observados, sobre todo en los largos pasillos del edificio.
Los vigilantes nocturnos han sido testigos de fenómenos aún más inquietantes. Algunos han asegurado ver una figura alta y oscura deambulando por la planta superior, donde se encontraba la habitación de Whitman. Otros han escuchado pasos resonando en la madera antigua, seguidos de un susurro en inglés que apenas se puede comprender.
Pero el suceso más aterrador ocurrió una madrugada de invierno. Un guardia, que realizaba su ronda habitual, vio a un hombre de traje oscuro de pie frente a una de las ventanas del salón principal. Pensando que se trataba de un intruso, se acercó para pedirle que se identificara.
—Señor, no puede estar aquí a estas horas…
La figura no respondió. En cambio, giró lentamente la cabeza hacia el guardia, revelando un rostro pálido, con ojos hundidos y una expresión de angustia infinita. En un parpadeo, el hombre desapareció, dejando tras de sí un escalofrío helado que recorrió toda la sala.
El guardia renunció al día siguiente.
¿El Alma de un Hombre Atormentado?
Los relatos sobre el fantasma de la Casa Colón han seguido aumentando con los años. Algunos creen que es el espíritu de Edgar Whitman, incapaz de encontrar descanso tras su misteriosa muerte. Otros sostienen que la Casa Colón guarda un secreto aún más antiguo, una presencia que ya habitaba en el edificio antes de la tragedia del británico.
Lo cierto es que, hasta el día de hoy, los pasillos de la Casa Colón siguen respirando historia… y quizás algo más. Si alguna vez visitas este emblemático lugar y sientes un escalofrío sin razón aparente, recuerda que tal vez no estés solo.
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