Granada es una ciudad de leyendas, y en la calle Elvira, una de las más emblemáticas de la ciudad, se cuenta la historia de un espíritu bondadoso que aún vela por su familia desde el más allá.
Un hogar marcado por el cariño
A mediados del siglo XIX, una anciana llamada Doña Remedios vivía en una de las casas más antiguas de la calle Elvira. Era conocida por su generosidad y por ayudar a los más necesitados. Su hogar siempre estaba abierto a familiares y viajeros, ofreciendo un plato de comida caliente y una palabra de consuelo a quienes lo requirieran. Sus nietos la adoraban y solían correr por los pasillos, llenando la casa de risas y alegría.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la casa fue quedando vacía. Doña Remedios envejeció y, tras una larga enfermedad, falleció en su cama, aferrando entre sus manos un rosario. Se dice que, en su lecho de muerte, susurró que nunca abandonaría su hogar, que siempre velaría por los suyos.
Presencias y señales
Desde entonces, quienes han habitado la casa aseguran que el espíritu de la anciana sigue presente. Relatan cómo, en las noches de invierno, el olor a caldo recién hecho invade la cocina, aunque nadie haya cocinado. Otros han escuchado suaves pasos arrastrándose por el suelo de madera o han sentido una leve caricia en el hombro, como si alguien los reconfortara en momentos de tristeza.
Los niños son quienes más perciben su presencia. Dicen que, en sus juegos, a veces sienten la compañía de una sombra amable o que una voz susurra sus nombres con ternura. Incluso en tiempos recientes, algunos inquilinos han reportado ver a una anciana de aspecto afable reflejada en los espejos, siempre con una mirada serena y un gesto de protección.
Un espíritu que no asusta
Lejos de ser una historia de terror, la leyenda de Doña Remedios es vista como un testimonio de amor inquebrantable. Su espíritu sigue en la casa no para asustar, sino para cuidar a los suyos, como lo hizo en vida. Los vecinos aún creen que, mientras la casa se mantenga en pie, su presencia seguirá acompañando a quienes la habiten.
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