A los pies de la imponente Alhambra de Granada, se extiende un frondoso bosque de álamos, castaños y olmos centenarios. Este lugar, de apariencia serena y majestuosa, esconde entre su espesura un halo de misterio y leyendas que han pasado de generación en generación. Pasear por sus senderos en la madrugada o al anochecer puede convertirse en una experiencia inquietante, pues muchos aseguran que el bosque no está tan vacío como parece.
Los susurros entre los árboles
Desde hace siglos, se han contado historias de sombras errantes que deambulan entre los troncos retorcidos y las sendas empedradas. Una de las versiones más populares dice que el bosque es habitado por los espíritus de antiguos prisioneros moriscos, ejecutados tras la caída del reino nazarí. Condenados a vagar eternamente por estas tierras que un día fueron su hogar, sus lamentos pueden oírse cuando el viento agita las hojas.
Otras historias hablan de la aparición de una misteriosa mujer vestida de blanco, que se desvanece entre la bruma matinal. Algunos afirman que se trata del espíritu de una doncella de la corte nazarí, asesinada por un caballero celoso que descubrió su amor prohibido con un cristiano.
El Guardián de la Alhambra
Entre los vigilantes nocturnos y los valientes que han osado recorrer el bosque en la madrugada, se ha transmitido la historia de una sombra oscura y encapuchada que parece vigilar los caminos. Se dice que este espectro es el espíritu de un antiguo guardián de la Alhambra, encargado de custodiar los secretos del palacio y que, incluso después de la muerte, continúa su labor.
Algunos testigos aseguran haber sentido una extraña presión en el pecho, como si fueran observados con atención. Otros han relatado que, al girarse, han visto a lo lejos la silueta de una figura inmóvil entre los árboles, que desaparece en cuanto se intenta enfocar la vista en ella.
Advertencias de los ancianos
Los habitantes de Granada, sobre todo los más mayores, advierten a los forasteros sobre los peligros de adentrarse en el bosque cuando el sol se oculta. “No es solo el frío ni la soledad”, dicen, “es que hay algo… algo que no se ve, pero que está ahí”.
A pesar de ser un lugar frecuentado por turistas y paseantes, cuando la noche cae, el bosque de la Alhambra recupera su aura de misterio. ¿Será cierto que en sus senderos habitan almas errantes? Tal vez la próxima vez que camines por allí, sientas el escalofrío de una presencia invisible siguiendo tus pasos.
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