En el corazón de Granada se alza la Basílica de Nuestra Señora de las Angustias, un templo que no solo es un importante símbolo de devoción, sino también el centro de una enigmática leyenda que ha perdurado a lo largo de los siglos. Se dice que la imagen de la Virgen guarda un misterio que solo los más devotos han llegado a presenciar.
La aparición de la Virgen
La historia cuenta que, en una época de grandes calamidades, cuando la peste asolaba la ciudad y el hambre golpeaba a sus habitantes, una mujer vestida con un manto oscuro y el rostro cubierto por un velo comenzó a recorrer las calles de Granada. Siempre aparecía en los lugares donde la desgracia era mayor, dejando tras de sí una sensación de consuelo y paz.
Los enfermos aseguraban que, tras verla, experimentaban una mejoría inesperada. Los hambrientos encontraban pan en sus puertas al amanecer y los que sufrían penas sentían un alivio inexplicable. Pronto, los rumores se extendieron: aquella mujer no era otra que la propia Virgen de las Angustias, que había descendido de su altar para cuidar de su pueblo.
El milagro del lienzo
Una noche, un hombre incrédulo decidió seguir a la misteriosa figura. La observó caminar por los callejones hasta que, justo al llegar a la puerta de la basílica, se desvaneció en el aire como si nunca hubiera estado allí. Atemorizado, el hombre entró al templo y se arrodilló ante la imagen de la Virgen. Su sorpresa fue mayúscula al notar que el manto de la Virgen estaba húmedo y cubierto de polvo, como si realmente hubiera estado recorriendo las calles.
Desde entonces, los más fieles aseguran que, en tiempos de desgracia, la Virgen sigue apareciendo en los rincones de la ciudad, brindando consuelo a los más necesitados.
La promesa de los granadinos
Conmovidos por los relatos de su presencia y los milagros atribuidos a ella, los habitantes de Granada hicieron una promesa: cada año, el último domingo de septiembre, rendirían homenaje a su Virgen con una multitudinaria procesión. Así nació una de las tradiciones más importantes de la ciudad, que se mantiene viva hasta hoy.
Quienes han sentido su presencia dicen que no importa si la leyenda es cierta o no, pues el consuelo y la esperanza que su imagen inspira son, por sí mismos, un milagro.
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