En el corazón del Realejo, antiguo barrio judío de Granada, se alza un edificio imponente de piedra y aspecto militar: la Casa de los Tiros. Su nombre proviene de los cañones que aún asoman desde sus almenas, pero lo que pocos saben es que este palacio del siglo XVI oculta una historia llena de misterio y sombras. Se dice que en sus muros aún resuena el eco de los antiguos caballeros que la habitaron, y que su espíritu sigue protegiéndola de quienes osan perturbar su descanso.
Los caballeros fantasmas
Originalmente, la casa perteneció a la familia Granada Venegas, descendientes de musulmanes convertidos al cristianismo tras la conquista de la ciudad. Eran una estirpe orgullosa de guerreros que juraron defender su linaje hasta la muerte… y más allá.
Desde hace siglos, testigos afirman haber visto sombras de hombres armados deambulando por los pasillos y estancias de la casa, especialmente en las noches de tormenta. Algunos vigilantes nocturnos han asegurado escuchar el sonido de pisadas pesadas en las antiguas escaleras y el eco de voces susurrando en un lenguaje ininteligible.
La sala de los espíritus
Uno de los lugares más enigmáticos es una de las salas principales del edificio, donde se dice que se reúne el consejo de los muertos. Según la leyenda, en determinadas noches, las antiguas almas de la familia Granada Venegas regresan para deliberar sobre el destino de su linaje. Aquellos que han pasado largas horas en la sala han asegurado sentir un escalofrío repentino y ver cómo las velas se apagan sin explicación alguna.
El guardián invisible
Más aterrador aún es el relato de quienes han intentado entrar en la Casa de los Tiros con malas intenciones. Se cuenta que una fuerza invisible los empuja, haciéndoles caer o paralizándolos momentáneamente. Incluso se han registrado casos de personas que, al intentar llevarse algún objeto del interior, han enfermado de forma inexplicable o sufrido accidentes poco después.
Un juramento eterno
Los descendientes de los Granada Venegas creían en la importancia del honor y la lealtad, y parece que incluso en la muerte, su compromiso con la casa sigue intacto. La leyenda advierte que cualquiera que intente alterar la historia del lugar sin respeto será castigado por las sombras de los antiguos caballeros.
Hoy en día, la Casa de los Tiros funciona como un museo, pero pocos se atreven a quedarse solos en sus salas al caer la noche. ¿Será por el eco de los pasos que nunca cesan? ¿O porque, en el silencio, aún se pueden escuchar las voces de los guerreros que juraron proteger su hogar para siempre?
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