En pleno corazón de Sevilla, la Alameda de Hércules es un lugar emblemático, conocido por su historia, su ambiente animado y sus edificios de gran valor arquitectónico. Sin embargo, pocos saben que este espacio esconde un oscuro relato que ha perdurado a lo largo de los siglos: la leyenda de la Cruz del Diablo, una historia de pactos demoníacos y apariciones inquietantes.
Un misterioso caballero y una extraña petición
La leyenda se remonta al siglo XVI, cuando un hombre enigmático, alto, de mirada profunda y con vestimentas elegantes, llegó a Sevilla. Nadie sabía su procedencia, pero pronto empezó a frecuentar tabernas y círculos de la alta sociedad, donde derrochaba dinero con generosidad. Se decía que este caballero poseía una riqueza inagotable, pero nadie conocía el origen de su fortuna.
Con el tiempo, comenzaron a circular rumores inquietantes: aquellos que pasaban demasiado tiempo con él acababan arruinados o desaparecían sin dejar rastro. Su nombre se asociaba con tragedias, y algunos afirmaban haberlo visto hablar solo en la noche, como si estuviera en contacto con fuerzas invisibles.
Una noche, el misterioso hombre hizo una petición inusual: quería erigir una cruz en la Alameda de Hércules, asegurando que serviría como símbolo de su fe. La comunidad aceptó su propuesta y se encargó de colocar una cruz de piedra en el lugar.
El castigo divino y la desaparición del caballero
Pocos días después de la instalación de la cruz, comenzaron a ocurrir fenómenos extraños. Algunos testigos aseguraban haber visto sombras danzando alrededor del monumento, y otros afirmaban escuchar susurros en una lengua incomprensible.
Finalmente, un grupo de sacerdotes decidió investigar el origen de estos sucesos y, al acercarse a la cruz en plena madrugada, fueron testigos de algo aterrador: el enigmático caballero estaba arrodillado ante la cruz, rezando con desesperación, mientras su cuerpo se consumía en llamas.
Los religiosos intentaron socorrerlo, pero era demasiado tarde. En cuestión de segundos, el hombre desapareció en un remolino de humo negro, dejando tras de sí un hedor sulfuroso. Desde ese día, nadie volvió a verlo jamás.
La cruz maldita
Con el tiempo, la cruz fue retirada, pues muchos aseguraban que estaba impregnada de energía maligna. Sin embargo, algunos creen que en ciertas noches, especialmente en las horas más oscuras, aún puede verse una sombra arrodillada en el lugar donde se erigía la cruz, como si el caballero estuviera condenado a pagar eternamente por su pacto infernal.
Hoy en día, la Alameda de Hércules sigue siendo un lugar de encuentro y disfrute, pero quienes conocen la historia no pueden evitar mirar de reojo, preguntándose si el espíritu del caballero sigue allí, atrapado en la condena de su propio destino.
Comentarios
Publicar un comentario