A orillas del río Guadalquivir, la Calle Betis es una de las más emblemáticas de Sevilla, con sus coloridas fachadas y su vibrante vida nocturna. Pero entre sus adoquines y antiguos edificios se oculta una leyenda inquietante que pocos conocen: la historia del pozo maldito que, según cuentan, ha sido testigo de desapariciones inexplicables y susurros en la oscuridad.
El pozo y la desaparición de una joven
La historia se remonta al siglo XVIII, cuando una joven llamada Beatriz vivía en una de las casas más cercanas al río. Era conocida por su belleza y su dulzura, pero también por su tristeza. Se decía que su familia la había obligado a comprometerse con un hombre al que no amaba, un comerciante rico y ambicioso que buscaba prestigio a través de la unión.
Una noche de verano, Beatriz fue vista por última vez caminando en dirección al patio de su casa, donde había un antiguo pozo de piedra. Al día siguiente, la joven había desaparecido sin dejar rastro. Su prometido y su familia la buscaron por toda la ciudad, pero nadie supo nada más de ella. Algunos creían que se había fugado con un amante secreto, pero otros sostenían que su destino había sido mucho más oscuro.
Susurros en la noche
Poco después de la desaparición de Beatriz, los vecinos empezaron a notar cosas extrañas. Cada medianoche, se escuchaban susurros procedentes del pozo, como si alguien estuviera llamando desde su interior. Al asomarse, no veían nada, solo agua estancada y una oscuridad infinita.
Con el tiempo, las historias se volvieron más aterradoras. Algunos aseguraban que, en noches de luna llena, podía verse la silueta de una mujer reflejada en el agua, incluso cuando nadie estaba cerca del pozo. Otros afirmaban que, si alguien se acercaba demasiado, sentía una fuerza invisible tirando de él hacia dentro.
El destino de Beatriz
La leyenda sostiene que el prometido de Beatriz, consumido por la culpa y los rumores, confesó su terrible crimen antes de morir: había empujado a la joven al pozo, asegurándose de que nunca escaparía de su destino. Desde entonces, el espíritu de Beatriz quedó atrapado allí, esperando eternamente su oportunidad de salir.
A día de hoy, el pozo ya no existe, pues fue sellado y cubierto con los años. Sin embargo, algunos vecinos afirman que, en ciertas noches, si paseas por la Calle Betis cuando la ciudad duerme, aún puedes escuchar un lamento suave en el viento, como el susurro de una mujer llamando desde las profundidades.
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